¿Qué debemos vigilar en casa tras un golpe en la cabeza? Bebé
Los traumatismos craneales constituyen un accidente muy frecuente en la infancia. ¿Quién no recuerda algún chichón al estrenar su primera bicicleta, o las “heridas de guerra” mientras jugábamos a indios y vaqueros?
La causa más frecuente de los traumatismos son las caídas accidentales, desde superficies elevadas (cambiador, sillita, cuna…) en los lactantes pequeños o bien desde su propia altura al suelo, en los niños que ya han iniciado la deambulación. Los siguientes en frecuencia, y primeros en gravedad, son los secundarios a los accidentes de tráfico.
La importancia de cualquier traumatismo craneal viene determinada por la posibilidad del daño cerebral asociado. Las lesiones cerebrales pueden aparecer inmediatamente (daño primario) o unas horas después del accidente (daño secundario).
Hay que considerar que los lactantes, especialmente los menores de un año, tienen un mayor riesgo de sufrir lesiones cerebrales con los traumatismos, ya que su superficie craneal es más fina, la fuerza del cuello es menor y su sistema nervioso es relativamente pobre en una sustancia protectora: la mielina. Además, no pueden expresar muchos de los síntomas acompañantes, ni explicar las circunstancias de lo ocurrido.
La mayoría de los traumatismos solo producen lesiones en la superficie craneal como hematomas (chichones), laceraciones, heridas y dolor transitorio en la zona del impacto en cuyo caso los padres debemos actuar con tranquilidad.
Vigila lo siguiente
Tras la valoración del pediatra, un adulto debe acompañar al niño en todo momento y debe evaluar cada 2-3 horas la presencia de los siguientes signos. Ante su aparición o el empeoramiento del estado general se ha de acudir urgentemente a un servicio de emergencias.
- Somnolencia excesiva, dificultad inusual para despertarle (pese a esto no es necesario mantener al niño despierto si es hora de dormir, bastará con comprobar si se despierta con facilidad).
- Confusión, desorientación.
- Llanto persistente, sensación de irritabilidad.
- Dolor de cabeza mantenido o de gran intensidad.
- Pérdida de consciencia.
- Convulsión.
- Debilidad o adormecimiento de cualquier miembro.
- Alteraciones visuales, asimetría en el tamaño pupilar.
- Aparición de sangre o de un fluido por la nariz o los oídos.
- En general, ante cualquier síntoma o signo que considere anormal o le preocupe.